Biden tiene que hacerse a un lado
El recurso de una campaña es su candidato, y el presidente representa un riesgo.
Foto: Luis Ávila
Tenía planeado escribir acerca de Trump esta semana como parte de la serie "¿Por qué votar?". Durante las últimas cinco semanas he compartido temas relacionados con las elecciones, desde el dinero en la política estadounidense, los presidenciables, y por qué no votar sería más peligroso, que el berrinche de protestar absteniéndose al voto. Pero después de ver el debate de los candidatos a la presidencia el pasado jueves, me volqué a explorar las opciones que existen para que Biden no sea el nominado del partido Demócrata.
Voy a empezar con algo muy claro: voy a votar por Biden si es quien aparece en la boleta de los demócratas en noviembre. Me hubiese gustado dar una explicación mucho más elaborada de por qué voy a votar por él; sin embargo, la verdad es que siento un gran temor de que gane Trump. Los planes del ex-presidente en contra de comunidades migrantes son muy serios, y aún recuerdo el caos que era vivir bajo su gobierno. Así que votaría por un plato de birria si fuera candidato, si es que tuviera la oportunidad de ganarle a Trump. Votaría por nosotros, por nuestro porvenir, y eso no viene de la mano del hombre que ha hecho toda su carrera política a costa de convertir a inmigrantes en criminales. Siendo de Arizona, sé cómo es vivir en un estado de terror y hostigamiento, ser testigo y víctima de la angustia que ocasionan las políticas que promete ejecutar en nuestra contra, y no estoy dispuesto a jugármela.
Hace unos meses, me enteré de que un buen amigo y mentor se lanzaba a la legislatura estatal en Arizona. Esto es muy normal, después de todo, me dedico a la organización comunitaria y conozco a mucha gente que decide buscar puestos públicos. La diferencia en esta ocasión es que mi amigo tiene más de 90 años. Cuando leí el artículo sobre su candidatura, me preocupé. Primero, por su salud; después, porque pensé que en un año en el que la edad de los candidatos a la presidencia es un tema tan crítico, simplemente mostraba mucha insensibilidad lanzarse. Decidí llamarle para preguntarle por qué había decidido hacerlo, y desde la arrogancia del “ageism”, iba dispuesto hasta a persuadirlo a que mejor dedicara su energía a apoyar otros esfuerzos. Pero un par de minutos después de que lo saludé, me comenzó a explicar las razones de su candidatura. Cómo en el crepúsculo de su vida, no veía otra manera de utilizar su talento y pasión que buscar ganarle a un candidato radical conservador que representa su área. Lo escuché y me di cuenta de que su edad no era una limitante; de hecho, me inspiró mucho, y desde entonces estoy en total apoyo a su esfuerzo de ser un senador estatal. Pero a diferencia de Biden, mi amigo es un excelente candidato. Es claro en sus posturas, las comunica con convicción y vigor, y el deterioro de la edad no es un factor en su habilidad de buscar ser representante estatal.
El día del debate, al ver a Biden aletargado, a momentos confundido y claramente deteriorado, sentí mucho dolor. No por él, en realidad, admiro que un hombre de su edad esté dando todo lo que puede siendo presidente del país más poderoso del mundo, con todas sus complejidades. El dolor que sentía en mi cuerpo era por nosotros, porque de seguir siendo candidato, Trump regresará a la presidencia, y más poderoso que nunca.
No es que piense que Biden vaya a perder por estar viejo, sino que la percepción de deterioro de la edad es su más grande debilidad en contra de Trump. En los últimos seis meses no ha podido demostrar que el deterioro es episódico; Biden confirma los temores de la población estadounidense una y otra vez. Se ve frágil, senil e incapaz de ir tú a tú contra el más grande reto que Estados Unidos ha visto en las últimas décadas: Donald Trump. La percepción de deterioro de Biden, y el hecho de que no ha podido presentar una realidad distinta, puede costarnos mucho como país y puede ser una estocada fatal en contra del experimento democrático que son los Estados Unidos.
Si Biden sigue la trayectoria que nos ha mostrado en los últimos seis meses, Trump será presidente. ¿Y entonces, qué opciones existen? En realidad, no son muchas, y al final de cuentas, todas inician y terminan con el hecho de que Biden es la persona que tiene que decidir hacerse a un lado. Un hecho que veo muy difícil, dado que una de las cosas por las cuales Biden es conocido en su carrera política es su habilidad de reponerse ante la adversidad. Desde las tragedias familiares como la pérdida de su esposa e hijo, hasta victorias políticas que parecerían imposibles en un Congreso tan dividido, como las históricas inversiones públicas que veremos en la próxima década en temas ambientales, tecnológicos y programas sociales.
Al final de cuentas, que sea difícil que Biden acepte que su candidatura representa un peligro para todos nosotros, no es nuestro problema. Nada nos detiene de hacerle saber públicamente, y aquellos que pueden en privado, lo que dijo la mesa editorial del New York Times: “el mayor servicio público que el Sr. Biden puede ofrecer a estas alturas es anunciar que no continuará postulándose para la reelección.”
Hay personas que dicen que aquellos que dudan de su capacidad están exagerando, que fue simplemente un mal día para la campaña, pero no estoy de acuerdo. Lo único que ha tenido que hacer en los últimos meses es demostrar que puede ser un buen candidato y ganarle a Trump, pero no lo ha hecho. Las organizaciones civiles y los excelentes organizadores que están luchando día y noche para vincular a más gente para votar por él van a seguir haciendo su trabajo, pero si él no es el candidato que necesitamos, vamos a perder.
Otros dicen que Joe Biden es el único que pudo ganarle a Trump en 2020 y que por eso debemos confiar en él. Pero ni Biden ni el país son los mismos que en la elección pasada. Ni Biden era tan impopular, ni Trump se mostraba adelante en las encuestas por tanto tiempo como en 2024.
No es que Biden sea un peor presidente que Trump; de hecho, Biden ha liderado una de las administraciones más efectivas en temas económicos y sociales. Más personas están empleadas y el bienestar económico ha sido el más favorable a las comunidades más necesitadas en la historia reciente. Aun con las dificultades de la pandemia, la administración de Biden pudo desacelerar lo que parecía una recesión inminente, y ha logrado más de lo que se esperaba con un Congreso dividido. Evidentemente, ha tenido errores garrafales, el más grande, en mi criterio, su manejo de la tragedia que el gobierno israelí continúa imponiendo contra la gente de Gaza, razón por la cual muchos estamos decepcionados de él. Aunque no creo que Trump fuera mejor; al contrario, le daría más rienda suelta al exterminio del que estamos siendo testigos.
Aun así, votaría por Biden si la otra opción es Trump. Como he dicho en esta serie, elegir es solo un paso, gobernar es el que sigue, y creo que con Biden en el poder podemos avanzar en los derechos que necesitamos. Pero para que eso pase, Biden tiene que ganar la elección, y no creo que pueda.
Como parte de la investigación para analizar las opciones que existen si Biden no fuera el nominado, me topé con algo importante que dijo Elaine Kamarck en el programa de Ezra Klein: “la nominación de un candidato a presidente es un proceso, no un evento.” O sea que no sería algo rápido pues, y “de hecho es un proceso de partido, no un proceso público”, explicando que no es algo en lo que la ciudadanía podría escoger al reemplazo de Biden, sino muy probablemente un proceso que se decidiría al interior del partido Demócrata. Sabiendo esto, estas son las opciones que quedan si Biden decide hacerse a un lado:
Durante la convención
Los delegados demócratas, que en su mayoría son gente cercana al partido, tendrían que decidir que no van a nominar a Biden, aun cuando la gente de sus estados votó por él en las elecciones primarias que acaban de terminar el pasado junio. Estos delegados son personas que llevan años involucrados en el partido y provienen de distintas ideologías políticas. Así que del 19 al 22 de agosto, los delegados podrían organizarse y proponer a alguien más.
Sería una gran hazaña que un grupo de personas tan diversas se pusiera de acuerdo en quién sería el reemplazo de Biden, y tal vez sería más sencillo si Biden dice a quién apoya como su reemplazo. La vicepresidenta Kamala Harris sería la selección más natural, que aunque también tiene problemas de popularidad, la verdad podría darle guerra a Trump, ¡o por lo menos debatirle!
Después de la convención
El segundo debate es el 10 de septiembre, y si Biden sigue por el camino que va, podría ser el tiro de gracia a su campaña. Pero si el actual presidente decide que no buscará la elección después de que los delegados hayan votado por él, el dirigente de la Convención Nacional Demócrata podría llamar a una reunión con el Comité Nacional del partido y elegir a un reemplazo. Esto sería posiblemente en septiembre, a sabiendas de que hay estados en todo el país que comenzarán a votar en octubre, dejándole a quien fuese la persona nominada un par de semanas para proponerle a los estadounidenses por qué sería mejor opción que Trump.
Ambas opciones requieren que Biden decida hacerse a un lado, y ambas opciones se ponen más difíciles cuanto más se acerca el día de la elección. Ambas opciones serían caóticas para el partido demócrata, y podrían debilitar las posibilidades de que otros candidatos que buscan puestos públicos bajo el mismo partido ganen sus elecciones. Es un riesgo grande, un momento definitivo para el futuro del país, pero no es algo imposible de lograrse.
Al día siguiente del debate, el cual vieron más de 45 millones de personas, Biden fue a Carolina del Norte a hablar con algunos de sus seguidores. Se mostró más claro y enérgico, y las imágenes le ayudaron a brindar calma a los que piensan que el debacle del jueves fue simplemente un mal día. Un gran número de personas lo recibió, lo vitoreó y le gritaba que lo querían, pero el daño ya estaba hecho. La imagen de un Biden viejo y deteriorado se ha cristalizado, y veo muy difícil que cambie. Su trabajo como candidato es mostrarse viable y capaz, y una y otra vez se confirma que no lo es. Más que un recurso para la campaña, Biden es un riesgo, y eso es una fórmula para perder elecciones.
Habrá aquellos que piensan que es irresponsable levantar dudas, que esto pondrá en riesgo la viabilidad de Biden. Esto es totalmente erróneo; al final de cuentas, aquellos que sabemos el peligro que representa Trump vamos a votar en contra de él. El problema es que hay mucha gente que no se ha decidido, y en la última elección Biden ganó por un estrecho margen en los estados más críticos para el colegio electoral.
Biden ha construido un gran legado de servicio público. Como todos los políticos y todos los humanos, ha cometido errores y ha apoyado políticas exteriores imperialistas y neo-coloniales de los Estados Unidos, pero en la balanza de las cosas, Biden ha luchado por la gente común, ha creado políticas públicas de las cuales todos nos beneficiamos, y ha tenido una carrera política que vale la pena celebrar. Pero si pierde contra Trump, uno de los candidatos más débiles que pudiera haber lanzado el partido republicano, su legado será ese: haber entregado el país por ególatra y terco.