Fotografía: Joss Dray, Archivo Digital Palestino (1987)
Estoy todavía en México participando en un programa llamado Under the Volcano. La experiencia ha sido inmensamente útil, y compartir textos e ideas con un grupo de escritores mexicanos ha sido un regalo enriquecedor para mi desarrollo como escritor.
Desde mi llegada al país, he estado algo desconectado de las noticias. Me he enfocado en leer los textos que analizamos y en las recomendaciones de otros autores, dejando a un lado el hábito de informarme sobre el panorama político estadounidense, en especial en temas que afectan a las comunidades migrantes. Aun cuando las historias que estoy narrando están informadas desde y hacia la migración, no he estado pendiente del tema de cerca, lo cual me causa cierta ansiedad dado el momento histórico que estamos viviendo.
Esta semana, platicando con una de las instructoras del programa, mencionó un texto de Fargo Tbakhi titulado Notes on Craft: Writing in the Hour of Genocide. La conversación giró en torno a cómo el oficio de la escritura puede ser un acto de resistencia, una Intifada, como dice el autor. Al reencontrarme con el texto en línea, me pareció una provocación para reflexionar sobre lo que significa escribir en el momento histórico que vivimos: una etapa crucial de la humanidad que se siente trascendental para los futuros que habitaremos.
Por ello, a manera de práctica de adaptación y traducción, esta semana me atrevo a plantear una reflexión sobre la importancia de escribir, y de crear en general, en los próximos años. En mi contexto, el cual evidentemente no es universal, lo hago desde la primera semana del gobierno de Donald Trump. Esta, pues, es una invitación a entender cómo todos podemos utilizar la creación como un acto de resistencia y testimonio.
Cada una de las secciones está titulada con textos de Tbakhi traducidos por mí, y una respuesta que surgió como reacción a sus ideas. La causa palestina está fundamentada en el derecho ancestral a territorios y el movimiento libre de sus poblaciones; una causa que podemos comparar a muchas regiones de Latinoamérica y detonadora de migraciones en todo el continente.
I. El oficio de escribir es una máquina diseñada para producir y reproducir fracasos éticos; es una máquina contrarrevolucionaria.
Tbakhi describe el oficio de escribir (“craft”) como una influencia sanitizante, diseñada para remover lo “indeseable” de la escritura, particularmente en el idioma inglés, con las presiones del mercado, las instituciones cómplices y las prioridades lingüísticas. Las escuelas, los programas de escritura no comprometidos con procesos decolonizadores, y la hegemonía cultural, nos hacen autoeditarnos para ser admitidos en el diálogo del momento.
Por ejemplo, en Estados Unidos, escribir en español y con una crítica al estado puede ser un acto revolucionario. Hay muy pocos lugares abiertos para quienes escribimos en este idioma, y mucho menos, para difundir nuestra visión crítica. En los años que vienen será esencial que los inmigrantes, y en especial los hispanoparlantes, abramos diálogos, formemos alianzas y generemos consciencia como parte de nuestras estrategias de resistencia social.
Pero este movimiento no se puede centrar en el escritor y su página. Las instituciones tienen que hacer su parte. Hasta el día de hoy, he encontrado sólo un programa de residencias para escritores que creamos en español en los Estados Unidos, y hasta los programas más prestigiosos para escritores Latinos como Macondo, se rehúsan a crear espacios para comunidades hispanoparlantes. No es responsabilidad solamente de Macondo, VONA u otros, sino de todas las instituciones que consideren que las voces de nuestra comunidad tienen el valor de ser parte del discurso público.
Tbakhi afirma que la falta de un compromiso radical al escribir desde la insurgencia, y, con ello, ayudarle a los poderes hegemónicos, es como “golpear el concreto con martillos de juguete, pensando que podemos romperlo, o usar una cuchara como si fuera una sierra”.
II. Escribir en solidaridad con Palestina es escribir en medio del largo transcurso de la revolución.
La escritura ha tenido siempre la posibilidad de ser un acto transgresor. Todos los movimientos sociales han sido inspirados por ideas escritas, compartidas y amplificadas. Estas ideas no son instrucciones que nos dicen exactamente qué hacer como sociedad, sino que ofrecen nuevas formas de entender nuestra condición social y actuar en consecuencia.
En nuestra última sesión de taller, el escritor Alberto Chimal nos recordó que la supervivencia humana está basada en lo que podemos comunicar al otro. Esto es lo que nos ha mantenido vivos. Así que la comunicación que da sentido, que retiene la memoria humana, nos ha prevenido de morir envenenados, o aniquilados por mucho tiempo.
Tbakhi describe la causa Palestina como una lucha que no es nueva, sino en constante evolución desde hace muchas décadas, cuyo fin es la liberación. En la lucha por los derechos de los inmigrantes, podríamos aprender de esta Intifada esencial, como lo llama Tbakhi, que existe una resistencia que no sólo busca una reforma migratoria o la regularización temporal de nuestros estatus migratorios, sino un mundo donde cualquier ser humano pueda migrar con libertad.
La escritura y la creación como acto de retención de la memoria, y oportunidad de imaginarse otras alternativas, será una Intifada esencial para los inmigrantes en los Estados Unidos. Tendremos que imaginar un mundo en el que no sólo nosotros seamos dignos de migrar, sino que todo aquel que quiera pueda hacerlo con libertad. Si esto nos parece una fantasía o un acto imposible, entonces seguiremos estancados en la individualidad que nos ofrece el imperio, y continuaremos recibiendo migajas.
III. El largo transcurso hace de la opresión omnipresente algo cotidiano, formando una atmósfera por la que nos movemos a diario.
Desde la elección, he notado cómo los pensamientos anti-humanizantes contra mujeres, personas trans o gay, migrantes y otras poblaciones minoritarias se han incrementado. Aún antes del anuncio de Zuckerberg en el que entregó sus plataformas a discursos de odio y desinformación, mis redes sociales, los memes y otras expresiones se habían vuelto más perversas. Con la excusa de que en los últimos años “se nos pasó la mano” con la protección de los derechos del otro, estamos en una etapa de re-orientación, algo que se siente como un regreso a la normalización del odio contra lo diferente, contra lo que no nos parece “normal”.
Este revés podría hacernos perder la esperanza, o sentir que vamos de mal en peor, pero el largo camino que Tbakhi describe no es algo relacionado con el tiempo, sino con la distancia. Sabemos que no cambiaremos radicalmente una estructura social mediante un post en Substack, o con un video en Instagram, pero es importante tener claro cómo lo que creamos nos acerca a la visión que tenemos del futuro, a no dejarnos llevar por el río hegemónico que nos quiere desaparecer tornándonos indistinguibles.
Tbakhi lo dice de mejor forma al invitarnos a explorar cómo vivir en Intifada:
“Intifada es sacudirse la opresión, desprenderla como una capa de polvo. Es una acción física: sacudirse en un movimiento constante de rechazo, para estar limpio frente al mundo. Nos cansaremos. Nuestros músculos se desgarrarán, y luego se fortalecerán. Si alguien cae, lo levantamos. Si caemos, otros nos levantan. Debemos continuar.”
IV. Debemos preguntarnos: ¿qué exige esto de nosotros, entonces, escribir en medio del largo transcurso de la Intifada? ¿Qué podría significar esto para entender cómo abordamos la página como un frente de la larga guerra?
Tbakhi ofrece como ejemplo el trabajo de Augusto Boal, una de las voces más influyentes en el teatro como herramienta de cambio social. El concepto que más me gusta es el de “Espectactor”, alguien que no sólo es testigo de una obra o producción, sino que participa en ella. Boal dice que el teatro no es para ver la revolución, sino para practicarla.
Partiendo de aquí, el acto de escribir puede hacer lo mismo; el texto se puede convertir en una herramienta para erradicar conceptos e ideas que se han incrustado en nuestras consciencias como verdades absolutas y, a cambio, darnos la oportunidad de imaginar sobre las infinitas posibilidades de vivir de forma distinta.
Cada año, durante la celebración del día de Martin Luther King, se comparte su celebrada frase: "La curva del universo moral es larga, pero se inclina hacia la justicia." La realidad no es así. Pensar que el futuro será orgánicamente bueno para la humanidad es especular con lo incierto, vender una esperanza de la que no tenemos nada asegurado. Prefiero pensar que la curva del universo es larga, pero que tenemos que doblarla hacia la justicia, y eso es desde donde debemos crear, imaginando cosas tan audaces que aún no existen, e invitando a otros a que hagamos esos futuros reales con el trabajo del presente.
¿Qué existe más especulativo y futurista que la migración? El momento en el que partimos nos imaginamos una vida mejor, y cada paso que tomamos nos acerca a esa realidad.
V. Hacer posible este genocidio/opresión depende de la manera en que usamos términos como “ilegal”, “criminal” y “terrorista” .
Aspirar a una mejor vida no quiere decir que buscamos un mejor sistema social. Los inmigrantes, sin importar de dónde vengamos, no somos personas con una consciencia social predeterminada, y nuestra proximidad al poder nos convierte, a algunos, en opresores también.
En comunidades migrantes es común escuchar a gente que dice que ellos no tienen miedo por lo que vendrá en la era de Trump, porque ellos no tienen “tickets” o se portan bien. Darle el poder al estado para decidir quién merece permanecer en su territorio es problemático o contradictorio, ya que el propio presidente entrante es un criminal, y aun así se expresa de inmigrantes como personas “ilegales”.
En el 2010, después de que se aprobó la SB1070 en Arizona, la policía detenía y pedía documentos a cualquiera que ellos pensaran fueran personas indocumentadas, incluyendo a ciudadanos y personas con visas de turista. En esos días, hasta los que apoyaban la ley se dieron cuenta que darle ese poder al estado era mala idea. En cuestión de meses, y después de serios casos de discriminación racial, quienes en un principio estaban convencidos de que esto serviría para expulsar criminales, habían cambiado de opinión, ya que también se convirtieron en sospechosos en los ojos de la ley.
Una manera de detener al monstruo del odio es no utilizar su lenguaje. No caer en la invitación de pensarnos superiores moral o socialmente a otros. “Yo entré con pasaporte”, me han dicho. O “yo nunca he sido detenido por la policía”; “yo no entré como ilegal”. La obediencia no nos protegerá en un mundo donde somos considerados desechables, mano de obra, peones en servicio al imperio y sus billonarios. Tenemos que escoger para quién y con quién escribimos. Tbakhi lo expresa como: “Esta decisión es la que tiene que dar forma a nuestra escritura.”
VI. Debemos traicionar el oficio de escribir por escribir, reemplazándolo con pensamiento político.
Como creadores y escritores es crucial reconocer que las instituciones imponen normas que limitan la crítica social. Nos exigen neutralidad, o la incesante necesidad de ofrecer dos lados de un discurso, cuando los discursos suelen ser binarios pero las realidades no.
Tbakhi propone romper con esta neutralidad para dar paso a una escritura que no tenga miedo de señalar y atacar las estructuras de poder.
Para mí, uno de los enemigos claros de los próximos años será la insistente invitación del imperio a unirme como una clase gerencial con beneficios económicos, pero también con responsabilidades de opresor.
Mi enemigo es la supremacía de la clase dominante en los Estados Unidos que nos invita a dejar atrás a todo aquel que no quepa en su definición de “ser americano”, incluyendo identidades, tradiciones y relaciones, para ser aceptados en la sociedad. Mis enemigos son los intereses económicos que nos quieren divididos, distraídos e indignados hacia el prójimo, para que ellos puedan seguir extrayendo más de nosotros.
Con quién escribiré es lo que sigo formulando. Lo haré con otros que se dedican a crear en español desde Nepantla, aquellos que quieran compartir su testimonio u opinión, aquellos interesados en crear comunidades de escritores y lectores del castellano en los Estados Unidos. Inmigrantes, desplazados, escritores en la diáspora. Personas que nos trasladamos a causa de las precarias condiciones sociales de nuestros lugares de origen, y que tenemos pendiente analizar las razones de nuestro desplazamiento.
VII. El oficio de escribir durante esta larga Intifada se crea y recrea cada día mediante la resistencia.
Mientras escribía este texto, pensé en cuántos lo leerían y en si realmente importaba. La respuesta es que escribo no sólo para ser leído, sino para recordar por qué comencé esta práctica: para invitar a otros a reflexionar, crear memoria y actuar.
Son justamente las inseguridades que el imperio siembra en nosotros las que nos prohíben tomar riesgos como este. Las que nos dicen que estamos obligados a tener cierta educación, estatus, o influencia para opinar. La Bella Práctica es un reclamo, la intención de practicar la escritura, y en esta temporada, desde la insurgencia, desde la emergencia, de lo que sale y lo que vemos, pero con un pensamiento crítico y comprometido.
Crear, ya sea escribiendo, o de cualquier manera que lo hagamos, en los próximos años será un ejercicio de compromiso. Si dejamos de crear para no incomodar, nos hará cómplices, mientras que crear sin la intención de nombrar verdades y apuntar a verdugos, nos hará irrelevantes al paso de la historia. En las palabras de Tbakhi: “tenemos que aprender, o construir, o robar, o retomar, el oficio de escribir que necesitamos para la larga Intifada, aquella que nos lleve a la liberación, y más allá.”
Antes de despedirme quiero agradecer a la excepcional poeta Aracelis Girmay que me compartió las reflexiones de Tbakhi, y les invito a leer su bello poema Ode to the Watermelon, un texto que me acompañó en el proceso de crear esta práctica. También gracias a la brillante escritora Iliana Vargas que ayudó a editar este texto y hacerlo más claro y conciso.
Les agradezco a aquellos que me acompañaron esta semana, y espero me compartan cómo es que ustedes crearán. ¿Con quién?, ¿contra quién?
Ayuden a seguir creciendo esta comunidad y compartan La Bella Práctica con otros. ¡Muchas gracias, y nos leemos pronto!
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