El futuro es nuestro [Repeat]
Latinos en desarrollo: Identidad, Poder y Sueños en los Estados Unidos
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¡Nos leemos la semana que viene!
Foto: Alonso Parra
Yo podría pasar horas viendo televisión, al igual que leyendo. Consumir historias es una de mis cosas favoritas. Me encantan especialmente las series, aquellas que tienen personajes complejos que inspiran a los de mis propias historias, y que a veces me llevan a horas de investigación en Google o YouTube.
En estos días, he estado enganchado a "Shogún", una miniserie basada en la historia de dos hombres sumamente ambiciosos con sueños de construir imperios en el Japón del siglo XVII. Apenas se está desenvolviendo la primera temporada, pero sus creadores han hecho un excelente trabajo en el desarrollo de personajes. Me inspira la complejidad de cada uno de ellos, y en lo parecidos que son, cuando están bien escritos, a las personas de la vida real.
Uno de ellos es el marinero John Blackthorne, un inglés que, después de naufragar en el Pacífico, llega a Japón y, por azares del destino - tienen que verla -, termina siendo parte de un clan que lucha por el dominio del imperio japonés. Después de un tiempo, se siente desilusionado y quiere regresar a casa. Decide buscar a sus ex compañeros de viaje, otros ingleses que están varados en la ciudad. Al verlos sucios, borrachos y llevando una vida deplorable, Blackthorne regresa al clan y les propone que lo vuelvan a aceptar. En su petición dice: "my own seem strange", como manera de expresar que no reconoce a los otros ingleses. Esa pequeña frase me hizo detener la serie y empezar a reflexionar sobre quiénes son "los míos", ¿a qué grupo pertenezco?
Al principio, me cuestioné qué palabras uso para identificarme con un grupo. Siempre me he considerado un inmigrante mexicano en los Estados Unidos, una experiencia marcada por el desplazamiento, la pertenencia y la constante pregunta de quiénes somos aquí cuando somos de allá. Pero inevitablemente terminamos cuestionando quienes somos allá, cuando vivimos aquí. Cuando estoy con otros mexicanos, me identifico como sinaloense, aunque también menciono regularmente que crecí en Tijuana. Otra forma de pertenencia, una oportunidad de ofrecer contexto para entender quién soy y cómo crecí. Cuando viajo a otros lugares en los Estados Unidos, digo que soy de Arizona, ya que me permite conectar desde un lugar del que he sido testigo de su historia.
Luego pensé en el término "Latino", una identidad que se nos ofrece como un grupo homogéneo. Sin embargo, este grupo es diverso y fragmentado, sin una raza ni una geografía definida. Es una identidad inventada que ni siquiera se basa en un idioma común. Lo más cercano a una experiencia compartida entre todos los Latinos es que nuestros orígenes provienen de países colonizados, lo que nos otorga una idiosincrasia única, una cosmovisión distinta al resto del mundo. Pero, ¿quién quiere ser solo un producto de la colonización? Yo no. Yo quiero ser libre, y es precisamente este aspecto de la latinidad el que más me atrae.
Algunos de ustedes llegarán hasta aquí y pensarán, ¿para qué sirven las categorías? ¿Por qué insistimos en encasillarnos? La realidad es que las identidades, a diferencia de la raza, son auto-clasificadas. Nosotros elegimos si nos identificamos como "gamers", "chivistas", "empoderadas", "bonairenses", "chilangos", "Latinos" o cualquier otra cosa. Estas identidades nos ayudan a pertenecer a un grupo, a ver el mundo desde una perspectiva particular, a explicar quiénes somos y por qué somos así.
La identidad Latina fue reconocida hace menos de 20 años en los Estados Unidos. Aunque siempre ha existido la gente Latinoamericana, el concepto de "Latino" es muy estadounidense. Uno puede ser Latino sin ser Latinoamericano. La creación de esta identidad es un intento de clasificar a un grupo de personas que ha crecido rápidamente, y al que marcas, políticos e instituciones intentan venderles algo. Pero al ser una identidad tan nueva, y al estar en constante cambio, la clasificación de las latinidades se convierte en algo muy difícil, algo que puede excluir a partes escenciales de nuestra gente. Más claramente, a personas Negras y/o Indígenas.
Hace unas décadas, las poblaciones puertorriqueñas, dominicanas y de varios países caribeños crecían rápidamente en la costa este. En el suroeste y California, la mayor ola migratoria de su tiempo provenía de México y Centroamérica en los años 90 y 2000. Cuando todas estas poblaciones se unieron a las que ya por generaciones hacían de los Estados Unidos su hogar, y fueron aumentadas aún más por el gran desplazamiento humano de Colombia y Venezuela, el país se llenó de banderas latinoamericanas, lo que llevó a los mercados a preguntarse: "¿Quiénes son estos?" y "¿Cómo les vendemos?".
Tengo muchas reservas sobre Octavio Paz y su machismo, pero sus ideas siguen resonando en mí. En su libro "El laberinto de la soledad", Paz dedicó el primer capítulo a los mexicanos en los Estados Unidos. Argumenta que somos un grupo en desarrollo, como adolescentes. Según él, los mexicanos somos un pueblo joven, apenas después de la revolución de 1910 se intentó crear el concepto de mexicanidad, de la raza de bronce, los mestizos, y ese primer siglo fue un intento de entender quiénes éramos.
Imagínate, los mexicanos - al igual que muchos otros Latinoamericanos - somos una identidad tan nueva que apenas estábamos entendiendo quiénes éramos, y ahora, del otro lado del río, nos ofrecen una nueva identidad que nos da poder político, cierta homogeneidad y también el peligro de convertirnos en uno solo, uniéndonos y con el riesgo de borrar a quienes no encajan en la idea de "ser mexicano" o Latino.
Pero lo que me interesa de todo esto, es la oportunidad que tenemos, de que todo esto de definir qué es ser Latino, apenas lo estamos definiendo. Estamos en un momento importante como población en los Estados Unidos. Dado que nos estamos convirtiendo en mayoría en muchos estados, y que como población somos la segunda más grande del país, nos hemos convertido en un poder político potencialmente importante. Digo potencialmente porque aún somos el grupo minoritario que menos participa en elecciones. Pero eso está cambiando también, cada año rompemos récords de registro y participación, y en el sector comercial, si fuéramos un país, los Latinos seríamos la quinta economía más grande del mundo. Somos una fuerza, pero todavía no nos lo creemos, tal vez todavía no lo sabemos, y cuando lo hagamos, podemos mejorar el mundo o seguir el camino que llevábamos.
Para mí, el sueño es que podamos imaginarnos un mundo distinto. Que sabiendo nuestro poder, podamos crear una sociedad donde sanemos nuestros traumas generacionales, aquellos que aprendimos a través de la colonización. Ideas como sentirnos obligados a estar agradecidos por lo que tenemos y no pedir más. O el pensar que vivimos en un mundo de escarcedad, en vez de imaginarnos un mundo de abundancia, en el que hay suficiente para todos si lo repartimos bien, y no solo para unos pocos privilegiados. Algo tan común en nuestras comunidades, que los merecedores son aquellos que no causan problemas, que nos consideremos invitados o huéspedes en donde estamos, seres marginados. Dejar ir todo ese bagaje como comunidad, recordarnos lo brillantes que somos. Ese es mi sueño. Que nos demos cuenta de que no solo somos trabajadores en este país, sino que también soñamos, descansamos, cometemos errores, creamos. El hecho de construir este país, tanto literal como figurativamente, nos da el derecho de imaginar nuestro futuro y no depender de la imaginación de otros para ello.
Me encantaría que continuáramos sanando las heridas de la colonización. Que seamos más generosos, que aceptemos a aquellos que vienen, así como nos gustaría haber sido aceptados nosotros. No necesitamos estar a la defensiva, somos pueblos comunitarios y no podemos permitir que el individualismo de la sociedad en la que vivimos nos divida.
Una de mis escritoras favoritas es Octavia Butler, y ella nos dijo que "lo único real es el cambio", y este país va a cambiar. Será nuestra responsabilidad decidir si cambia hacia lo que queremos o si seguimos pensando en pequeñas tribus tan diferentes que no podemos unirnos para imaginar un mundo en el que todos quepamos.
"My own seem strange" fue la frase que me llevó a todo esto. A pensar en quiénes son los míos. Y los míos son todas estas identidades a las que pertenezco. Es una de las cosas más bellas de ser los seres híbridos que somos, migrantes o trashumantes, ya sea porque estábamos aquí antes de que esto fuera un país, o porque llegamos apenas ayer. Aquí no solo pertenecemos, sino que también estamos a punto de decidir su futuro. ¿Lo haremos juntos? ¿Caeremos en la seducción de convertirnos en un grupo opresor más? ¿O romperemos con los esquemas de lo que significa pertenecer y daremos lugar a la abundancia, al gozo que compartimos, a la oportunidad de seguir agregando a quienes somos y hacernos más?
No somos un grupo de gente, los Latinos. Somos muchos grupos de gente, y estamos en la mira de muchos. Ya sea para cooptarnos y dividirnos, para que nos fragmentemos en pequeños grupos como tantas otras veces, o para que inventemos el futuro, para que sea nuestro, de todos.
Y tu, ¿te consideras Latino?
¿Es bueno tener un sentido de pertenencia en las identidades?
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Te leo.
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