Foto escolar
Cuando alcanzamos la mediana edad, a veces pensamos que mirar hacia atrás y celebrar las actitudes de nuestra juventud podría ser considerado algo inmaduro, como si quisiéramos aferrarnos a la irreverencia que caracterizaba nuestros años más jóvenes. Recordamos aquellos tiempos en los que vivíamos en el presente, imaginando posibilidades infinitas para el mundo.
Ahora, al superar los 40, nuestras conversaciones con amigos se centran principalmente en nuestro futuro: nuestras metas personales, familiares y la preparación para la siguiente etapa de nuestras vidas. Discutimos cómo adaptar nuestros hábitos y cuidar nuestros cuerpos.
Hace unas semanas, durante una de estas charlas, una amiga me preguntó qué era lo que más extrañaba de la juventud. Me detuve a reflexionar, inicialmente pensé en mi cuerpo joven, indoloro y lleno de todo. Sin embargo, luego llegué a una conclusión diferente: "la insolente irreverencia", le respondí.
El término "irreverencia" puede transmitir una connotación negativa, como si fuera sinónimo de una falta de respeto o soberbia. Pero en realidad, la irreverencia es simplemente el desacato hacia la autoridad, un acto de desafío. Cuando jóvenes, desafiar las reglas es algo natural; vivimos explorando los límites de la desobediencia, probando hasta dónde podemos llegar.
Desde el inicio de la pandemia, he notado que mi generación, los llamados millennials, estamos llenos de ansiedades. Fuimos quizás el primer grupo en crecer en un mundo saturado de tecnología: internet omnipresente, teléfonos móviles, la comercialización de nuestros datos y nuestra identidad. El comienzo del antropoceno. Es comprensible que seamos una generación ansiosa. Nos enfrentamos a futuros menos prometedores que los de nuestros padres, con niveles históricos de desigualdad entre ricos y pobres. Además, en el ámbito laboral, asumimos más responsabilidades debido a nuestra experiencia y formación profesional. Esto, naturalmente, genera incertidumbre y estrés acerca de nuestro futuro.
Por supuesto, no todos experimentamos esta ansiedad de la misma manera; estas son observaciones generacionales, tendencias, no verdades universales. Hay quienes parecen estar completamente ajenos o indiferentes a estas preocupaciones. Sin embargo, en mi experiencia personal, muchos de nosotros nos cuestionamos sobre el futuro, los riesgos que debemos tomar y, especialmente, aquellos que no tenemos seguridad financiera, ya sea para nosotros mismos o para nuestros seres queridos. En cierto modo, estamos atravesando un proceso similar al de la generación idealista de los años 60, a quienes ahora llamamos baby boomers.
Esta semana, las imágenes de protestas en universidades de todo el país han sido recurrentes en los medios. Los noticieros se han centrado en la violencia, tanto en la injustificada y reconocida brutalidad policial, como en las lamentables confrontaciones entre grupos de jóvenes.
Sin embargo, más allá de lo que se muestra en nuestras pantallas, en las universidades hay estudiantes organizándose, negociando entre ellos para exigir el cese del genocidio en Gaza, el fin de la opresión contra el pueblo palestino, la liberación de los rehenes israelíes y otros temas importantes. Estos jóvenes están liderando, están ocupando espacios para propiciar el diálogo, para movilizar al país y crear conciencia. Están imaginando futuros alternativos.
La respuesta de todos aquellos que seamos mayores que ellos debería ser abrir espacios para la solidaridad y responder a sus demandas. Después de todo, los métodos previos para enfrentar los horrores en Gaza no han tenido éxito. Seguimos siendo testigos de una injusticia histórica. Ahora que estos jóvenes han logrado avanzar y han obligado al gobierno a responder, ¿deberíamos silenciarlos?
Personalmente, no creo que la violencia resuelva la violencia, y deberíamos esforzarnos por evitarla. Por lo tanto, las universidades deberían establecer mejores protocolos para prevenir la represión de jóvenes que ejercen su derecho a la libre expresión. Parece que estas mismas imágenes se repiten cada cierto tiempo, ¿no hemos aprendido aún cómo interactuar con grupos estudiantiles?
En lugar de desplegar policías, las universidades podrían movilizar facilitadores, mediadores, personas que ayuden a recoger demandas y a aliviar tensiones. Deberían ver sus campus y las actividades que allí tienen lugar como oportunidades educativas, no como ejemplos del Estado represor e inflexible.
Durante los años 60, durante las protestas contra la guerra de Vietnam en universidades de todo el país, se tachaba a estos "hippies" de irrespetuosos e irreverentes. Con el tiempo, esos "hippies" envejecieron y criticaron las ocupaciones de espacios públicos durante las campañas de Occupy en 2009, así como las protestas en centros comerciales tras el asesinato de George Floyd. Ahora, nuevas generaciones se unen y he escuchado a millennials cuestionar la efectividad de las protestas o la necesidad de ocupar espacios públicos. Todos los grupos pasamos por eso; la edad nos trae más responsabilidades y nos enfrenta a cálculos distintos a los de la juventud.
Es un momento para reflexionar. Para saber que lugar ocupamos en el imaginario social. Sin importar qué generación representemos, en estos momentos deberíamos apoyar a la juventud, como hacen los padres que acompañan a sus hijos en las protestas. Los líderes universitarios que han respondido con debates y resolución de problemas deberían de ser los que reportan en los noticieros. Y aquellos que recurrieron a la policía, que convirtieron la primera experiencia cívica de estos jóvenes en un acto de represión, deben cambiar su enfoque hacia soluciones y trabajar con los jóvenes, ahora a reconciliar los daños creados, no luchar contra ellos.
Si la irreverencia juvenil nos causa incomodidad o nos hace sentir ofendidos, es importante detenernos a reflexionar sobre las razones detrás de estos sentimientos. Es un buen momento para examinar por qué nos genera temor o juicio. Si no estamos seguros de cuál debe ser nuestra acción en este momento, es una excelente oportunidad para escuchar, para preguntar a los jóvenes sobre sus sueños y averiguar qué podemos hacer para ayudar a hacerlos realidad.
Y tu, ¿te sientes aún irreverente?. ¿Qué miedos te hablan cuando desafías la convencionalidad?.
Si tienes opiniones diferentes o perspectivas alternativas, me encantaría conocerlas. Esta plataforma es una oportunidad para practicar la escritura y la opinión, y espero otros la puedan utilizar también.