Fotografía: Luis Ávila
Esta semana tuve el privilegio de participar en la única residencia para escritores que producimos en español en los Estados Unidos. Fue una oportunidad única, tener el espacio y el tiempo para dedicarme por completo a la escritura, y recibir retroalimentación de excelentes escritores cada noche.
Gracias al programa, avancé significativamente en una novela que he estado escribiendo por más de un año. Me siento muy satisfecho con los resultados, y pronto les compartiré más detalles sobre este proyecto. Sin embargo, para no romper mi promesa, les comparto un relato corto inspirado en la experiencia que viví en el pueblo de Mineral, el cual escribí para una lectura pública que coordinó la organización a manera de clausura del programa. Espero que lo disfruten.
Al final del relato, les comparto recursos para escritores Latines que viven en los Estados Unidos, que espero puedan aprovechar.
Veneno y Mineral
31 de marzo del 2024.
Hace apenas media hora que llegué y todo está sumido en un completo silencio y oscuridad. Me encuentro en Mineral School, una primaria construida en la década de los 40s que ha sido transformada en residencia para escritores. Mi habitación es un aula con techos altos y pizarrones negros. Puedo distinguir el espacio donde solía estar el escritorio de la maestra, y en la duela se notan las marcas del día a día de un salón de clases.
Ya pasa de la medianoche y fui el último en llegar. Una mujer, probablemente voluntaria del grupo organizador de la residencia, me recogió en el aeropuerto. Opté por fingir que estaba dormido y que no hablaba inglés para poder descansar. Estoy exhausto debido a las horas que tomó llegar aquí. El vuelo se retrasó más de cuatro horas y la borrachera que me puse con mi primo Peque en Los Ángeles me dejó tan agotado que no hubiera podido mantener una conversación con nadie. Fue lindo ver a mi primo después de tantos años, aunque solo fuera por una noche. Es el único familiar que tengo de este lado. Me llenó de alegría escucharlo hablar sobre su trabajo, su comunidad acá en el gabacho, donde está construyendo una familia.
Ahora al desempacar, encontré el regalo que me dió al despedirse. Me pidió que no lo abriera hasta que llegara aquí. Viene envuelto en una bolsa de papel, claramente una botella de alcohol, pero según él, viene con una sorpresa para inspirarme.
Que satisfacción saber que todos están dormidos y que me perdí de la cena de bienvenida. Mañana conoceré a los otros escritores.
Todavía no sé qué voy a hacer aquí en estos días. La verdad no se si quiera por qué fui seleccionado. Todo parece irreal, y a la vez, tengo que aprovechar esta oportunidad.
Quizás me dedique a trabajar en los poemas que llevo años queriendo terminar. O por fin concluya el cuento de mi abuelo y la sierra de Durango. Bueno, al menos podría llevar este diario, tomar notas de ideas, escuchar a mi imaginación y ver qué sale.
¡Qué silencioso, y qué frío este lugar! No traje suficiente abrigo. Bueno, me tomo un traguito y a dormir.
1ro de abril
Desperté después de las dos de la tarde. Anoche me bebí toda la botella, y como regalo venía también una bolsita de coca. Me quedé dormido a las cinco y media de la mañana. Siento como si llevara una pecera de agua en la cabeza. Si me muevo demasiado, derramo todo lo que llevo adentro. La nariz la tengo congestionada, aunque intento sonarme, no sale nada. Me toco la encía con la lengua y no tengo sensibilidad. Ese polvo que me dio Peque era potente.
Había dicho que no iba a meterme coca de nuevo, y aquí estoy. Soy un pendejo.
Pero anoche no sentía nada más que miedo, así que me hice sentir algo más. Parecía un idiota bailando con audifonos en la enormidad del cuarto/salón.
Finalmente cargué mi celular y encontré un mensaje de texto de uno de los escritores: "¡Bienvenido Polo!" con un emoji de flores. "Nos nos enteramos de que llegabas tarde y no quisimos molestarte. Fuimos a explorar el pueblito. La comida está en la cocina, sírvete lo que quieras, y nos vemos más tarde."
Dios, ¿qué pensarán de mí los escritores?. Me pregunto si alguno me escuchó anoche.
Me encuentro solo, comiendo en un espacio que parece ser una cafetería y/o un pequeño auditorio. Ahora que es de día, puedo ver la "escuela". Consiste en un largo pasillo con seis habitaciones, un baño para hombres y otro para mujeres, además de unos cuartitos para almacenar cosas.
El edificio continúa sumido en un completo silencio.
Olvidé traer un cepillo de dientes, y solo tengo las botas que traje para caminar bajo la lluvia. Habría sido útil traer unas chanclas o algo cómodo.
Esta es la única residencia para escritores que producimos en español, al menos que yo conozca. Tantos que hablamos español en este país, y apenas somos cuatro los encerrados en esta escuela. Tanto que tenemos que decir. ¿Será que nadie nos quiera escuchar?.
¿Y yo que quiero decir? En español, en inglés, o en cualquier idioma. ¿Qué quiero decir?
Esta es mi primera experiencia en una residencia de este tipo.
Posibles cosas por empacar en futuras residencias:
Cepillo de dientes
Chanclas o pantuflas
Suéter
Bufanda
Más mezcal
Ibuprofeno
Escuché que regresaron los escritores, así que me asomé fuera de la habitación, pero solo vi que se cerraba la puerta del fondo. No logré ver a nadie. Tal vez eran fantasmas. Me imagino que esos abundan aquí en la escuela, y en el pueblo.
No me he atrevido a salir. La verdad no sé siquiera si hay un pueblo afuera, o es una calle nomás. No veo topes, ni semáforos, y desde mi cuarto alcanzo a ver solamente una gasolinera cerrada y un puñado de casitas de colores.
En internet dice que Mineral es más bien conocido por sus asesinatos. Una serie de casos en los que varias parejas fueron desaparecidas y luego encontradas sin vida en los bosques de la región. En algunos de los casos, las víctimas llevaban una calceta atada al cuello.
Podría escribir de esto. Tanta muerte en un lugar tan pequeño, y dicen que mi Tijuana es violenta.
He pensado si sería prudente tocar la puerta de uno de los escritores para ver si tienen un cepillo de dientes. Al parecer la tienda más cercana está a cuarenta minutos.
Voy a escribir hoy, pero no sé de qué. ¿A qué vine aquí? ¿A emborracharme y dormir? Al menos eso de dormir es nuevo y reparador.
2 de abril.
Anoche intenté espozar una historia basada en los hechos de los asesinatos seriales, pero la verdad que no logré nada más que dormirme tarde. Tampoco pude trabajar en los poemas. Cada vez que intentaba escribir, caía rendido. Soy un huevón, pero algo saldrá.
Me desperté a las once, y de nuevo un texto me avisaba que los otros escritores van a ir a ver el cementerio. Parece que está cerca, así que tal vez los alcanzo. Quizás en el camposanto pueda presentarme a los otros residentes, y finalmente conectarme al grupo.
Bueno, voy a salir a caminar al lago, a que me dé el aire.
En google dice que aquí se llama Mineral porque antiguamente la actividad más común era la extracción de arsénico. Siempre me han fascinado los elementos. Recuerdo que el arsénico es el 33 en la tabla periódica. Mi edad. La edad de Cristo cuando fue muerto. Con tanto asesino suelto en el área, a ver si no me toca a mi. Tal vez sea una bendición después de todo, como la del redentor.
Más cosas para la próxima residencia:
Investigar del lugar
Revisar el clima antes de venir
Leer algo de algún autor local
Comprarme una tabla de elementos
Traer lo necesario para un altar
Voy regresando de la caminata, pero no encontré a nadie vivo en el cementerio. Tal vez me están evitando. A estas alturas parece que me evita todo el pueblo. No vi a una sola persona en todo el día. Parece Comalá, lleno de muertos.
Acabo de leer un poco más del arsénico, y dice que es altamente tóxico. Es increíble pensar en las muchas historias de la literatura en las que alguien muere envenenado. ¿Será que el arsénico podría ser un personaje en alguno de mis relatos?.
¿Qué se sentirá morir así?.
¿Qué se sentirá morir aquí?.
Veo la cama, las sábanas blancas, y pienso en quien me extrañaría si faltara. Tal vez mi primo Peque, que es al único que le prometí algo escrito al final de esto.
Hace un momento fui a la cocina a recalentar lasaña que me dejaron con una notita que dice Polo, y un corazón. En el refri hay unas botellas de vino blanco, así que me traje una al cuarto.
De una de las habitaciones sale música, el resto de la escuela se siente vacía. Yo también me siento así, y me embriago con los audífonos puestos, tirado en la duela del salón de clases.
3 de Abril
Llevo cuatro días en esta escuela y no he conocido a nadie. Anoche escuché pasos, así que fui al baño para ver si me topaba a alguien, y nada. Pasé por el refri y tomé otra botella de vino.
Traje “Lincoln en el Bardo” de George Saunders, y pasé gran parte de la noche leyendo y durmiendo siestas.
Me desperté un poco más temprano, a las 10. Tal vez fue la esperanza de ver a alguien. Sigo sin cepillarme los dientes, y traigo un aliento de cloaca. Salí a buscar café, y vi unos platos sucios en un contenedor de plástico blanco. Pero los fantasmas no comen.
Se me había olvidado bañarme, o tal vez no me importa por que nadie me va a oler.
Me llegó un correo electrónico de uno de los escritores que dice que van al bar a las cuatro y media a una rifa de carne, y acabo de responder que sí, que me apunto.
Traer:
Crema de manos
Bolsitas de té
Toallitas húmedas
Sobres y timbres
Whiskey
Estoy sentado en la barra de la taberna “Headquarters”, y de los escritores no supe nada. La cena está programada pronto, pero he estado bebiendo desde las cinco, y no tengo hambre.
Extrañamente, el bar está a reventar. Son gente de los pueblos vecinos, hombres y mujeres blancos que traén sudaderas manchadas del trabajo del día. En el centro del bar, un hombre de voz potente grita números para sortear distintos cortes de carne. Compré 20 boletos, a un dólar cada uno. Después de más de 100 sorteos, no gané un sólo premio. Esta gente solamente gana aquí, entre ellos. Me imagino que me habrían acusado de invasor o de parásito si hubiera ganado alguno de sus preciados cortes.
En la mesa de la esquina hay una pareja que me observa. Ella tiene unos sesenta, y el más o menos mi edad. Podría ser su madre, pero no lo es. Se toman de la mano, y el nivel de intimidad con que se conocen sus cuerpos hace obvio que comparten cama.
Hace un rato ella pasó al baño y me ofreció la mano para que se la besara. De reojo vi al muchacho, y solo sonreía. Ella le gritó algo que no entendí, y siguió a su mesa.
Traer:
Condones
Spray para osos
Agua bendita
Me vino a preguntar que escribía. Le dije que de los asesinatos del área, y se rió. Se presentó como Mark, y su novia se llama Bonnie. Que viven cerca.
Mark dice que aquí fue el primer avistamiento de una nave espacial no identificada. Que se les dice platillos voladores porque el hombre que los vió en el cielo de Mineral les puso así.
Se fue a sentar con Bonnie de nuevo, pero me invitó a acompañarlos en su casa.
No sé si sean asesinos o extraterrestres. Pero prefiero arriesgar la vida, que regresar a buscar fantasmas a la escuela.
Voy a tomarme otro trago, y si no han desaparecido, me uniré a ellos.
Un agradecimiento muy grande a la gente del pueblo de Mineral, Washington, que nos acogieron con cariño. Al equipo de Mineral School, y al programa Seattle Escribe por la oportunidad.